La norma y la excepción. Modelos de feminidad en la Antigüedad Grecorromana
Modelos de feminidad en la antigüedad La norma y la excepción. Modelos de feminidad en la Antigüedad Grecorromana
Read MorePublished on Sep 04, 2021 by Alejandra González Jiménez on blog
El seminario de investigación “Conversatorios: antigüedad y tradición clásicas” invita a nuestra segunda emisión (2021) en la que participarán como expositores la Dra. Carolina Ponce, la Dra. Sandra Álvarez, la Dra. Camila Joselevich, el Mtr. Absalom Chow, la Lic. Maricela Bravo Rubio y el Lic. José Manuel González Montiel.
El pueblo griego no cuenta con “escrituras sagradas”; sin embargo, la religiosidad permea toda la literatura, el arte, la vida cotidiana, las instituciones, etc.; de modo que un ciudadano conocía perfectamente sus deberes piadosos y, sobre todo, sus límites de acción o de tránsito, pues había espacios que no perdonaban la transgresión.
Laocoonte profanó la tierra consagrada de Apolo, es decir, su témenos, un vocablo que encuentra su origen desde el griego micénico y que se verifica en textos de todas las épocas, tanto en tablillas de lineal B como en la lírica arcaica, por ejemplo. Así, el sacerdote de Apolo con tal acto sacrílego rompe los principios fundamentales de la religiosidad griega y, por ello, debe recibir un castigo ejemplar. Este castigo se puede leer en el grupo escultórico conocido como “El Laocoonte” que esconde en su entramado marmóreo muchas lecturas iconográficas que se hilvanan con las fuentes literarias y epigráficas y que ofrecen al arte plástico la mayor expresión de dolor conocida.
La comunicación versará sobre el papel del témenos en la literatura y la religiosidad griega y las pautas que las fuentes escritas ofrecen para entender y apreciar mejor esa escultura helenística.
El pensamiento en torno a la serpiente en la Antigüedad está implicado, entre otras cosas, con el pensamiento en torno a la organización del poder. La serpiente es espíritu creador, es diosa y es madre, o es amiga y amante. A veces es diablo por astuta, malvada al servicio del demiurgo, manipuladora; otras veces, liberadora del pensamiento, salvadora por lo que abre, por lo que cura, por lo que rompe y despierta. Es protectora, médica, posibilidad crística, posibilidad de vida, y también es muerte, veneno y tierra. Es, pues, espacio de disputa política y de organización del universo social. Sobre esto hablaremos.
En Grecia clásica existía una estratificación social distintiva, en la que cada persona tenía claro el papel que debía cumplir. A partir de esto, Aristóteles establece lo que es reconocido por la mayoría como necesario “por naturaleza” (EN., 1098 b 25; Top., 100 b 20). Así, afirma que hay atributos específicos de nacimiento que tienen que ver con el bien común. Por ejemplo, aunque admite la capacidad de elección en la mujer, señala que (Pol., 1254b 13-14) “…en la relación entre el hombre y la mujer, por su naturaleza, uno es superior y el otro inferior, uno manda y el otro obedece”. Dicha virtud de mando, papel del hombre dentro de la pareja, está relacionada con una actividad social y política que debía estar enfocada en el bienestar común, el cual se materializa en la polis misma. Así, se puede decir que en la mentalidad griega, las actitudes y características individuales “naturales” en el ser humano (que lo hacen de algua manera superior) están estrechamente relacionadas con el bienestar de la comunidad, de la polis, por lo que tales rasgos se corresponden con una superioridad funcional.
A partir de tal conceptualización, se analizará qué rasgos individuales se reconocen como “por naturaleza” (φύσει) en los epigramas funerarios áticos de la época Clásica, para demostrar que todos ellos están orientados al beneficio de la comunidad más importantes de esa época, la polis.
Una caverna es una cavidad profunda, subterránea o entre rocas, su nombre proviene del latín cavus. Sin embargo, el objeto al que hace referencia la palabra engloba otras muchas acepciones gracias a diversos cultos, rituales e incluso discusiones filosóficas, como el célebre mito de la caverna de Platón, y su herencia neoplatónica. Es la obra de Porfirio, Acerca del antro de las ninfas, la que inspira este trabajo.
Las cavernas, grutas o antros conforman un amplio topos en la literatura, desde la Ilíada y la Odisea, las Metamorfosis de Ovidio, la Eneida, hasta el temprano Renacimiento Italiano. Conoceremos el desarrollo de este tema, tomando en cuenta su supervivencia en el pensamiento cristiano durante la Edad Media y el giro que sufrió en el Renacimiento Italiano cuando se acuñó el término grutesco a partir del re-descubrimiento de la Domus Aurea en Roma. Si bien una caverna es una cavidad natural, su creación y recreación en diferentes expresiones artísticas a lo largo de la historia muestra que su valor simbólico no puede ser englobado en una sola palabra. Su nombre no se limita a un sustantivo, sino a una amplia variedad de verbos que engloban al cosmos entero y su orden.
La isla (gr. νῆσος, lat. insula), espacio cotidiano y extraordinario de dos culturas geográficamente ligadas al mar, se vuelve en la literatura clásica un leit motiv recurrente en el que ambas culturas, griega y romana, expresan su manera de situarse real y anímicamente en su mundo y en el tiempo.
Visión caleidoscópica del espíritu mediterráneo, la isla es para los griegos una posibilidad de explicarse geográficamente los confines de su mundo conocido (la Teoría de la isla, el mito del Peloponeso, el mito del Quersóneso); la isla es también el espacio perfecto e ideal para situar los relatos míticos de las grandes utopías de la antigüedad clásicas ligadas al mito de la edad dorada (El mito de La isla de los bienaventurados [Hesíodo, Píndaro], Plinio y su relato de las Insulae Afortunatae, la Atlántida de Platón y la Isla Thule, situada en el supuesto cofín del mundo en la época de Estrabón); de igual modo, el espacio insular es el territorio físico donde griegos y romanos han depositado sus temores más profundo a lo desconocido: los fenómenos naturales, lo incivilizado, lo monstruoso, lo terrible, la muerte y el inframundo (el mito de Minos, la isla de los Cíclopes, los lestrigones, etc.)
El mundo clásico sitúa también en el espacio geográfico de la isla algunas de las historias amorosas más complejas de la literatura grecolatina; en todas ellas, este punto territorial es el testigo de un intercambio amoroso desafortunado y triste en el que la mujer explaya una sensualidad trasgresora de los límites de lo correctamente aceptado por estas culturas mediterráneas y por ello mismo el aislamiento físico, legal, transgresor y emotivo (El mito de Ariadna, Circe y su isla, la isla de Calipso, etc.).
La naturaleza del espacio geográfico heleno y sus particularidades han generado primero temor, luego desconcierto, después explicaciones mitológicas a los hechos y fenómenos dados por la naturaleza; cabe destacar que al principio los helenos difícilmente se trasladaban o viajaban, ni imaginar el navegar. Los viajes eran peligrosos y difíciles: por tierra el relieve montañoso, la flora, fauna y lo abrumador del clima, por mar, el Mediterráneo imponente, el riesgo del naufragio. Así, historias como la de los Argonautas o la del periplo de Odiseo eran asombrosas hazañas hechas por valerosos héroes, inimaginables de realizar por el hombre común.
En esta comunicación, analizaremos la Geografía de la Odisea, bajo la perspectiva de la Geografía mítica. Reconstruiremos a partir del texto homérico, la ruta del viaje, aunque en ésta no se encadenen de modo preciso todas y cada una de las sucesivas estaciones, sino que se recojan aquellas en que tienen lugar eventos míticos, por lo que su capacidad informativa, aunque escasa, nos da una perspectiva del mundo griego de la Edad de Bronce.
Es indiscutible que Deméter y Afrodita se desempeñan, en la mitología, como diosas asociadas a la naturaleza: Deméter es la diosa de los campos y de los frutos, mientras que Afrodita representa la fertilidad y la sexualidad. Las primeras fuentes literarias con las que contamos para el estudio de estas divinidades son la Ilíada, la Odisea y la Teogonía, así como los Himnos homéricos. Entre estos himnos, se hallan dos de larga extensión: el segundo y el quinto; ambos comparten algunos elementos narrativos que, comparados, permiten rastrear una relación entre ellos. Así pues, el objetivo principal de la ponencia será exponer esta idea a fin de evidenciar los rasgos que comparten los dos poemas.
Una de las cuestiones que sostienen la milenaria reflexión sobre qué es lo que nos hace hombres, seres racionales o seres humanos se centra en los rasgos que nos diferencian de los animales, pero esto sólo es la punta del iceberg en el planteamiento original: en sentido aristotélico, existe un espacio en el que confluimos con una gran variedad de entidades, todas con rasgos comunes o diferenciales. Los mecanismos dialécticos que ha seguido cada época conducen a conclusiones más o menos convincentes en cada contexto, ¿pero es posible continuar con el esquema que sobre este tema plantearon los antiguos o debemos postular definiciones más acordes con nuestros tiempos?
El “hombre bizantino” es un constructo creado por Alexander Kazdhan (1922-1997), el prolífico fundador de los estudios bizantinos en Harvard que, a grandes rasgos, concibe la “vida intelectual” inseparablemente ligada a la “estructura social”. Asimismo, es el título de un simposio celebrado en Dumbarton Oaks en 1992 para celebrar la obra y el legado de Kazdhan, cuyas ponencias fueron reunidas en Dumbarton Oaks Papers 46. La femina byzantina, sin embargo, está tratada explícita y modernamente en las ponencias de Judith Herrin, Patricia Karlin-Hayter y Angeliki E. Laiou; el feminismo es abordado de una manera más tradicionalista y casi etimológica en las contribuciones de Frances Kianka y Alice-Mary Talbot. Con un enfoque hacia el concepto de “raza”, el término fue retomado en Menschen, Bilder, Sprache, Dinge (2018). Una de sus editoras, Claudia Rapp, dio un giro posmoderno a la frase en otro simposio celebrado en 2020 en DO: “Byzantine masculinities”. La “mujer bizantina” es un campo de estudio que, aunque incipiente, es muy prometedor. Según nuestra opinión, hay tres especializaciones muy claras: las emperatrices y las princesas bizantinas, las escritoras propiamente dichas, como Casia y Ana Comnena, y las santas. Quisiéramos ofrecer un panorama del estado de esta problemática en los estudios bizantinos y discutir algunos de sus aportes.
Modelos de feminidad en la antigüedad La norma y la excepción. Modelos de feminidad en la Antigüedad Grecorromana
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